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La madrugada de hoy por primera vez sentí el miedo y la inseguridad que se respira desde hace muchos años en el país, miedo que no lo sentí cuando me asaltaron y me robaron un celular, ni cuando secuestraron por unas horas a familiares en su casa, misma en la que yo debía estar y por suerte no estuve, ni por los actos de violencia que día a día veo pasar en la redacción del periódico.

Al principio no me cayó el veinte cuando me enteré de la noticia a eso de las dos de la mañana, venía de festejar el grito y además mis problemas personales me tenían distraído del resto del mundo. Fue hasta que vi las imágenes que me percaté de la gravedad del asunto.

Los periodistas tenemos un humor negro bastante desarrollado y somos capaces de bromear (sin el ánimo de ofender) de cualquier cosa por desastrosa que sea, los hicimos con el once de septiembre, con la guerra en Afganistán e Irak y con muchas cosas más. He llegado a pensar que es un mecanismo de defensa que activamos para que no nos afecte la realidad que día con día tenemos que afrontar.

Pero hoy por primera vez ese mecanismo no se activó, sentí rabia y decepción al ver como personas inocentes fueron masacradas sin motivo alguno, la muerte de delincuentes no la justifico pero hasta cierto punto uno lo ve de lejos, pero al ver un ataque como el que sucedió en Morelia en medio de una celebración cuyo fin es la unidad del país, de festejar esas pocas cosas que aún podemos festejar y que hasta eso se nos haya arrebatado con dos explosiones me hace temblar.

Nunca un 16 de septiembre había sido tan triste en el país, ni cuando los estadunidense tomaron la Ciudad de México en 1847 y ondearon su bandera en al Zócalo, fue un día triste, pero al menos era un nación extranjera la que sometía, no los mismos mexicanos, criminales pero al fin y al cabo mexicanos, los que provocaban una masacre y destruían de golpe y porrazo la alegría y la esperanza.

Ayer se inició la cuenta regresiva al Bicentenario de la Independencia y al Centenario de la Revolución y la pregunta es ¿qué tenemos que festejar?

La democracia es un «logro» fugaz que siempre ha sido cuestionado, durante decenas de años fue raptada por un grupo y luego vilmente pisoteada y arrebatada en 1988 y severamente cuestionada en 2006. La unidad de los mexicanos es un mito que durante años hemos vivido, la homofobia, el racismo y la intolerancia han permeado (o peor aún siempre han existido) en la sociedad. Pensar diferente se ha vuelto sinónimo de traición.

La violencia ha aprovechado los gobiernos corruptos para crecer y crecer a un grado que parece imposible de detener. Si queremos compararnos con algún país deberíamos hacerlo con Irak y Colombia, pero hasta ellos están mejor por nosotros, Irak pelea contra un gobierno impuesto por Estados Unidos, sacrificando también inocentes es cierto, pero pelean contra un enemigo externo, lo mismo Colombia con la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, un grupo que en algún tiempo fue apoyado por el pueblo y que ahora es un grupo beligerante intentando derrocar el gobierno que ellos piensan es injusto.

En México la situación es distinta y parecida, los delincuentes no quieren tirar al gobierno, sólo decirles aquí estamos y somos más que ustedes, en Italia la mafia desencadenó una ola de terror cuando el gobierno le hizo frente, pero aquí ni siquiera se ha empezado a actuar con fuerza contra este problema, así que qué nos espera.

Un periódico y una estación de radio preguntan en su sitio de internet: Granadas lanzadas contra la población «enlutan el grito» en Morelia. ¿Seguimos pensando en decirle «no» a la pena de muerte a criminales?

Sorprendentemente una cuarta parte de las personas respondió que la pena de muerte no es la solución y en eso me incluyo, la violencia no debe responderse con violencia (por más institucional que sea). Debemos tener un estado capaz de detener a los criminales y aplicarles simplemente las penas, estrictas pero no aplicadas, que marca la ley.

El reloj está caminando y seria algo muy significativo llegar al 2010 con algo que festejar y no con un país dividido y apunto de explotar como en 1910.

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